VEN A TOMAR UN TÉ A LA ATLÁNTIDA
1994, 50x70cm, Óleo brillante sobre lienzo

Fondo marino donde se ha hundido la antiquísima ciudad de la Atlántida. Misteriosos personajes viven en ese fondo, la ciudad a lo lejos, una espiral de peces y humanos. La invitación a tomar un té nos confirma que esa ciudad aún existe. Así que vamos todos a tomar un té, antiguos misterios nos esperan.
La obra “Ven a tomar un té a la Atlántida” se distingue por su paleta cromática rica en matices de azul, que evocan la profundidad misteriosa del agua. El contraste entre el azul intenso del océano y las luces brillantes que filtran a través de la superficie marina crea una atmósfera etérea y soñadora. El agua aparece transparente y luminosa, confiriendo a la escena un sentido de ligereza y suspensión, donde la realidad y la imaginación se funden.
En el fondo marino, la antigua ciudad de la Atlántida emerge aún intacta entre las aguas, envuelta en un aura de misterio. Las ruinas de las columnas griegas, cubiertas por corales y otras formas de vida marina, están representadas con gran detalle, mientras figuras femeninas flotan con gracia entre los restos de la civilización perdida. Algunos personajes, aparentemente adaptados a la dimensión subacuática, se mueven entre las ruinas, mientras uno de ellos invita de modo misterioso a tomar un té, sugiriendo una conexión entre el pasado y el presente. La espiral de peces que nadan armoniosamente entre los seres humanos refuerza el vínculo entre el mundo marino y el humano, creando una fusión perfecta entre las dos especies.
Significado e interpretación:
Esta obra explora el tema de la dualidad entre el mundo físico y el mitológico, sugiriendo que la Atlántida, la ciudad perdida, no es solo un vestigio del pasado, sino una dimensión paralela que continúa viviendo en el presente. La escena representa un encuentro surrealista, donde la realidad se mezcla con la imaginación, y los personajes parecen encontrarse en un lugar suspendido entre el tiempo y el espacio.
La invitación a tomar un té, símbolo de un encuentro cotidiano, subraya la idea de que la Atlántida, aun siendo un mito antiguo, está todavía viva y lista para acoger a quien desee descubrirla. La presencia de personajes humanos que interactúan de modo natural con el fondo marino y los peces coloridos sugiere que la humanidad puede integrarse armoniosamente con el mundo natural y mitológico. La espiral de peces y personas puede ser leída como un símbolo de viaje y de búsqueda, quizás un camino hacia el redescubrimiento de un pasado perdido pero no olvidado.
Conclusión:
“Ven a tomar un té a la Atlántida” es una obra que invita al espectador a perderse en un viaje imaginario hacia un mundo sumergido, donde realidad y mito se entrelazan. La ciudad de la Atlántida, aun estando envuelta por el misterio y la leyenda, emerge como un lugar vivo, cargado de secretos y listo para ser redescubierto. La obra juega con la idea de que algunos misterios nunca han desaparecido, sino que existen en una dimensión paralela, esperando ser explorados.
El artista, con su sabio uso de los colores y la luz, crea una atmósfera onírica que invita al espectador a aceptar la invitación a un encuentro imposible, pero fascinante, en un lugar donde la frontera entre lo real y lo imaginario no existe. La obra celebra el misterio, lo desconocido y la posibilidad de un mundo paralelo que existe más allá de nuestra comprensión.

Fondo marino donde se ha hundido la antiquísima ciudad de la Atlántida. Misteriosos personajes viven en ese fondo, la ciudad a lo lejos, una espiral de peces y humanos. La invitación a tomar un té nos confirma que esa ciudad aún existe. Así que vamos todos a tomar un té, antiguos misterios nos esperan.
La obra “Ven a tomar un té a la Atlántida” se distingue por su paleta cromática rica en matices de azul, que evocan la profundidad misteriosa del agua. El contraste entre el azul intenso del océano y las luces brillantes que filtran a través de la superficie marina crea una atmósfera etérea y soñadora. El agua aparece transparente y luminosa, confiriendo a la escena un sentido de ligereza y suspensión, donde la realidad y la imaginación se funden.
En el fondo marino, la antigua ciudad de la Atlántida emerge aún intacta entre las aguas, envuelta en un aura de misterio. Las ruinas de las columnas griegas, cubiertas por corales y otras formas de vida marina, están representadas con gran detalle, mientras figuras femeninas flotan con gracia entre los restos de la civilización perdida. Algunos personajes, aparentemente adaptados a la dimensión subacuática, se mueven entre las ruinas, mientras uno de ellos invita de modo misterioso a tomar un té, sugiriendo una conexión entre el pasado y el presente. La espiral de peces que nadan armoniosamente entre los seres humanos refuerza el vínculo entre el mundo marino y el humano, creando una fusión perfecta entre las dos especies.
Significado e interpretación:
Esta obra explora el tema de la dualidad entre el mundo físico y el mitológico, sugiriendo que la Atlántida, la ciudad perdida, no es solo un vestigio del pasado, sino una dimensión paralela que continúa viviendo en el presente. La escena representa un encuentro surrealista, donde la realidad se mezcla con la imaginación, y los personajes parecen encontrarse en un lugar suspendido entre el tiempo y el espacio.
La invitación a tomar un té, símbolo de un encuentro cotidiano, subraya la idea de que la Atlántida, aun siendo un mito antiguo, está todavía viva y lista para acoger a quien desee descubrirla. La presencia de personajes humanos que interactúan de modo natural con el fondo marino y los peces coloridos sugiere que la humanidad puede integrarse armoniosamente con el mundo natural y mitológico. La espiral de peces y personas puede ser leída como un símbolo de viaje y de búsqueda, quizás un camino hacia el redescubrimiento de un pasado perdido pero no olvidado.
Conclusión:
“Ven a tomar un té a la Atlántida” es una obra que invita al espectador a perderse en un viaje imaginario hacia un mundo sumergido, donde realidad y mito se entrelazan. La ciudad de la Atlántida, aun estando envuelta por el misterio y la leyenda, emerge como un lugar vivo, cargado de secretos y listo para ser redescubierto. La obra juega con la idea de que algunos misterios nunca han desaparecido, sino que existen en una dimensión paralela, esperando ser explorados.
El artista, con su sabio uso de los colores y la luz, crea una atmósfera onírica que invita al espectador a aceptar la invitación a un encuentro imposible, pero fascinante, en un lugar donde la frontera entre lo real y lo imaginario no existe. La obra celebra el misterio, lo desconocido y la posibilidad de un mundo paralelo que existe más allá de nuestra comprensión.